Hace 40 años, el ahora santo de la Iglesia Católica, San Oscar Arnulfo Romero, fue asesinado con un tiro certero al corazón, mientras hacia la bendición de la eucaristía, en la Iglesia del hospital de la Divina Providencia, lugar donde se encuentran personas que padecen cáncer en su última etapa.
Hay mucha información recabada, tanto a nivel nacional como internacional, sobre la vida, obra y el legado de monseñor Romero en El Salvador.
Luego de ser asesinado, monseñor Romero sufrió por años una campaña permanente de difamación, manipulación e incluso de querer borrarlo de la historia del país.
El mismo Papa Francisco ha dicho que “Monseñor Romero fue lapidado con la peor de las piedras: la lengua”.
Sin embargo, en Monseñor Romero sucede algo que a muy pocos personajes se les da después de morir: la reivindicación histórica.
No hay duda alguna que, parte de esa reivindicación histórica, se la ha dado casi todo el pueblo salvadoreño, pero el que vino a empujar más, dicha reivindicación, fue el papa Francisco con su beatificación y santificación.
Sin embargo, hay pequeños grupos, relacionadas a la extrema derecha del país y al partido ARENA, que aún mantienen campañas de desprestigio contra monseñor Romero. Este grupo es conformado por adultos y jóvenes y se auto proclaman fieles seguidores del asesino del santo: Roberto d’Aubuisson Arrieta.
La Comisión de la Verdad concluyó “que existe plena evidencia que Roberto d’Aubuisson dio la orden de asesinar al Arzobispo”.
El caso de Monseñor Romero sigue en la impunidad. Monseñor Romero también sigue siendo víctima de un sistema de justicia que protege a los poderosos.
Ante esta situación, el partido ARENA nunca ha pedido perdón por el asesinato de Romero ni ha colaborado para conocer toda la verdad del caso. Lejos de eso, sigue venerando a su líder y construyéndole monumentos.
ARENA está en la obligación ética y moral de respetar a los familiares del santo y a la misma iglesia católica, y matar destruir todos los monumentos del asesino del santo.
No es obligación querer a monseñor Romero, sin embargo, no puedes quedar indiferente al escuchar alguna de sus homilías denunciando muchos males de la sociedad salvadoreña que, hasta el día de hoy, algunos continúan, como la impunidad.