El contexto político-electoral de El Salvador se ha visto crucialmente amenazado por las distintas ambiciones desmesuradas de los candidatos de cada uno de los bandos políticos que existen en el país. Me atrevo a mencionar con firmeza unas de las muchas: el hecho de ganar más votos, ciudadanos que los sigan en sus proyectos durante ese período y sobre todo la constante acción de recalcar que voten por tal persona de tal partido; así como el derroche de millones de dólares, que ni siquiera podemos decir que son miles; sino millones invertidos en las campañas de las elecciones e incluso aquellas que anteriormente se han venido desarrollando a lo largo de la historia salvadoreña.
Entonces ¿a dónde quedan los sueños, las necesidades y la esperanza de los salvadoreños, especialmente de quienes luchan día tras día, para subsistir?, ¿por qué en lugar de invertir altas cantidades de dinero para promover su voto y difamar a sus opositores; a través de los medios de comunicación con campañas “negras, sucias y hasta venenosas”, no ocupan ese dinero para trabajar en beneficio de las familias necesitadas a fin de lograr un progreso económico , social y familiar sustentable y eficiente, que suplan el vacío latente de la escasez medicinal, seguridad, higiénica y espacios confortables en las instituciones hospitalarias, agentes de seguridad incorruptibles, entre otros asuntos que piden a gritos ser contrarrestados?.
Independientemente del partido político que cada municipio tiene como gobernante, todos van encaminados al simple y absurdo objetivo de llegar a la cima del éxito con todo el bombardeo de propaganda posible, acompañado de técnicas persuasivas muy sutiles, que atrapen la mente de nuestros hermanos de El Salvador; aún sin saber ellos, que las promesas presentadas serán cumplidas, abandonadas a medias o incumplidas; es decir, que los ideales construidos en sus mentes, quedarán flotando en su interior y sus ojos no verán lo tangible, lo palpable.
El país no quiere suposiciones, ni muchos menos gastos inmensos, inefectivos e innecesarios en varias ocasiones. Lo que les pedimos a los futuros y actuales líderes de gobernación, de cada departamento y municipio es: la utilización responsable, correcta y sobre todo productiva de los fondos monetarios, no sólo para beneficio privado, también para la sociedad en general.
Hago una marcada referencia al modelo de campañas políticas basado en la función social; es decir, a la inversión financiera en proyectos sociales, en lugar del gasto masivo en propaganda con mensajes como “vota por mí…”,”la diferencia es…”, “no votes por los …” y la típica “vota por…”; los cuales, únicamente instan a votar, seguir y apegarse al candidato de un partido político y no a las acciones clave que pudieran hacer y demostrar, para suplir las exigencias y demandas de salud, alimentación, educación, vivienda, respeto y cumplimiento de los derechos humanos y demás.
Si tan sólo esas grandes cifras de dinero se emplearan para ayudar a la gente como estrategia principal de las acciones políticas, como ciudadanos seríamos más críticos y analíticos al momento de elegir a nuestros gobernantes; debido a que ya no ejerceríamos el voto acorde a quienes más nos convencen, daríamos el voto para quienes han realizado labores sociales no solo como parte de este período; sino también que han dejado una huella productiva para el resto de los días. Es por ello, que insisto en que los soportes económicos, deberían ser en su mayoría destinados al bienestar de la sociedad salvadoreña; no al gasto codicioso de despilfarrar los recursos económicos, para otros asuntos que yo los ubicaría en segundo grado, en cuanto al asunto de mayor importancia, en primer grado: campañas, objetivos y estrategias efectivas centradas en destinar esos recursos para mostrar hechos palpables que hayan ayudado a nuestro Pulgarcito de América.
Por lo tanto, invito a que como salvadoreños evaluemos a nuestros candidatos cada vez que llegue un período electoral, según el rol social que tienen con el país, en el empeño por lograr mejoras para nuestros hermanos que carecen y que necesitan de entes comprometidos para salir adelante. Es así como El Salvador tendría una situación social y política totalmente diferente a la que se ha tenido y se tiene.