Elizabeth Monserrat es una joven con gustos muy peculiares. Su fascinación por los reptiles la llevó a que poco a poco le fuesen gustando las serpientes a tal grado que decidiera estudiarlos.
“Mi mamá es alérgica a los pelos, entonces lo único que podía tener en mi casa eran reptiles, ahí empecé agarrar pasión por ello, y cuando entré a la universidad me gustaron más las serpientes”, confesó.
Ahora ella es egresada de la Licenciatura en Biología de la Facultad de Ciencias Naturales y Matemáticas y desde hace cuatro años trabaja en un proyecto investigativo que involucra el veneno de las serpientes de cascabel.
El estudio con el que obtendrá el título de Licenciada en Biología: «Evaluación de la actividad antiofídica de extractos metabólicos sobre el veneno de Cascabel» lo realiza con el fin de estudiar las propiedades medicinales de la sustancia y conocer nuevas formas de neutralizar el envenenamiento por mordedura.
La joven amante de lo desconocido comparte que en estudios efectuados en países como Costa Rica, Brasil y México se ha descubierto que las crotoxinas de la serpiente Cascabel pueden evitar la mutación de las células cancerígenas.
La futura bióloga cuenta que, al estar inmersa en todo este tema descubrió que las serpientes venenosas son de los ejemplares más amenazados en el país, por ser consideradas peligrosas, y que muchas comunidades no poseían medidas alternas para el manejo de estas situaciones.
Entre serpientes, embudos, ganchos y tubos
Monserrat, nunca se imaginó que pasaría en medio de serpientes, tubos y ganchos para poder sacar su licenciatura, pero eso no le asusta, al contrario, le atrae como un imán.
Es a través de gestiones realizadas por la Universidad de El Salvador, que se adquirieron cuatro serpientes cascabel y se ubicaron en el espacio donde la estudiante realiza su trabajo, en el Centro de Investigación y Desarrollo en Salud, CENSALUD, ‘’todas fueron rescatadas de ataques en comunidades, cuentan con control veterinario con especialistas de vida silvestre», detalló sobre los cuidados que reciben.
Para ejecutar las extracciones del veneno de serpiente obtuvo un espacio de trabajo en los laboratorios de CENSALUD y también cuenta con el apoyo del Laboratorio de Experimentación Animal y el Laboratorio de Toxinas Marinas.
Detalla que para extraer el veneno de la serpiente con la técnica de ordeño, a través de un masaje en las glándulas segregadoras de la sustancia, la serpiente es manipulada cada tres meses mediante herramientas que permiten su movilización, dos ganchos largos y tubos transparentes donde la culebra es introducida y se coloca en un embudo para que lo muerda.
A la investigación de Monserrat también se ha sumado el Laboratorio de Investigación de Productos Naturales de la Facultad de Química y Farmacia, con el fin de estudiar algunas plantas que puedan tener propiedades neutralizantes del veneno.
Pero eso no es todo, cuenta con el apoyo de un especialista de la Universidad Nacional Autónoma de México, quién la asesora sobre cómo manipular el veneno.
Elizabeth espera crear una alianza con el Instituto de Biotecnología de la institución, para obtener las herramientas necesarias para poder caracterizar el veneno y obtener la información de las proteínas.
Ampliar serpentario y concientización ambiental
Su fascinación por las serpientes la ha motivado a que a pesar de estar finalizando el proyecto de tesis antes de que llegue el 2023, continuará el proceso de investigación de cerca con la UES y planea ampliar el serpentario, así como iniciar procesos de concientización ambiental con enfoque en la conservación de especies amenazadas por el ser humano.
A la investigación de la joven se suman Hospital Nacional Rosales y el Hospital de Niños Benjamin Bloom pues son de los centros de salud que más casos de mordeduras de serpientes atienden, y de esa manera mejorar los procesos de tratamiento de la herida y evitar muertes por mala praxis.