La medicina moderna enfatiza -y con razón- la importancia de la ciencia. El foco, sin embargo, desplaza con frecuencia nuestra atención del verdadero objetivo de la atención médica: el cuidado (de los pacientes).
Esta idea fue capturada por la advertencia de William Osler (1849-1919) de atender al paciente más que a la enfermedad. Yo redescubrí la verdad de su consejo cuando dos pacientes en particular me enseñaron sobre la infección covid-19 y cuestionaron la experiencia que creía tener en el manejo de la neumonía.
El primer paciente con covid-19 que se presentó en mi hospital era probablemente el típico de los pacientes iniciales en muchos otros hospitales en ese momento.
Era un hombre mayor con neumonía, a quien aún no se le había hecho la prueba del nuevo coronavirus, pero se suponía que lo tenía.
Un equipo de expertos lo evaluó cuidadosamente, le recetó oxígeno de flujo alto y lo monitoreó en una guardia respiratoria. Esa noche, murió de forma inesperada.
El segundo paciente era una mujer de mediana edad enviada a una unidad de cuidados intensivos para que la conectaran a ventilación mecánica.
La muerte reciente me había dejado nervioso, así que fui a evaluarla. De camino a la guardia, me imaginaba lo que me esperaba: una paciente con grandes dificultades para respirar, que apenas era capaz de hablar, con el pecho agitado por el esfuerzo de tratar de llevar oxígeno a su sangre.
Cuando llegué cubierto con mi equipo de protección y listo para sedarla e intubarla inmediatamente, pensé que me encontraba frente a la cama equivocada.
Ella estaba sentaba cómodamente en su cama, hablando por su móvil con su hija, sorprendida por mi apariencia. Colegas superprecavidos, pensé. Pero medí su saturación de oxígeno en sangre por las dudas, más por instinto que por preocupación.
Por su apariencia, esperaba que fuese normal (100%). Era de 75%, un nivel apenas compatible con la conciencia.
Daño pulmonar silencioso
Aprendí rápidamente que muchos pacientes en estado avanzado de covid-19 no tenían ninguno de los rasgos distintivos de la enfermedad respiratoria grave hasta que colapsaron repentinamente y murieron.
La ciencia detrás de esta temprana lección está emergiendo ahora, con un estudio de Wuhan, China, que describe los cambios patológicos del pulmón en las tomografías de pacientes completamente asintomáticos.