Año con año, el 10 de mayo se celebra el Día de las Madres en reconocimiento a esas mujeres que tiene en sus manos una fuerza indescriptible, esas heroínas, que nos trajeron a la vida, que cuidan, educan, dan amor incondicional y esos pilares fundamentales de la familia.
Agasajarla con flores, abrazos, comidas y cartas, son gestos muy bien merecidos para ese ser que acompaña desde muy pequeños, esas mujeres que nos pusieron en sus regazos cuando llorábamos por haber caído; que nos hablaban y calmaban con palabras de aliento, motivándonos a seguir adelante y dar lo mejor de nosotros.
Esas personas que son mujeres valientes, fuertes, luchadoras, perseverantes y, que siempre se encuentran a nuestro lado cuando más lo necesitamos.
Pero su valor va más allá, pues descansa en la capacidad de las madres, el transmitir valores universales a pequeños individuos, la síntesis de ser buena persona, un buen amigo, un buen ciudadano, incluso, vecino.
Mamás empoderadas, comprometidas, mujeres audaces, emprendedoras, honestas y amorosas que transmiten ese fuego interno propio que logra que esos nuevos seres se trasformen en un buen hijo, un ser de bien, un excelente ser humano.
Ahora, es cuando la honestidad, la caridad, la responsabilidad y el respeto deben aparecer primeros en la lista de quehaceres de mamá, pues con ella su hijo aprenderá sobre la fe, el amor, el dolor, el llanto, y el perdón. Sin duda vitales para ser personas de bien.
Es en esta carrera de la vida que sean muchas las madres que trabajan por cumplir con esa misión impuesta por su propio instinto divino y protector, pero otras quizás no dimensionan su labor, el poder que Dios ha puesto en sus manos, el poder de forjar nuevas vidas y mundos.
Por todo eso y más felicidades a las mamás que abrazan a sus hijos. Que tengan un día lleno de felicidad y buenos momentos junto a sus familias.