Arqueólogos de la Dirección Nacional de Patrimonio Cultural junto a un equipo de tres especialistas del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) de México, llevaron a cabo, del 29 de marzo al 1 de abril, un reconocimiento e identificación sitio arqueológico Pacún, ubicado en el municipio de Tonacatepeque.
“Venimos como apoyo técnico a ver qué estudios se pueden continuar planificando, a través de la información que se está recuperando por los compañeros arqueólogos salvadoreños. Estamos con la idea de que se tomen muestras para fechamiento de radiocarbono, que se pueden mandar después a los laboratorios de México, y muestras de flotación para poder recuperar semillas que complementen lo que ya identificaron ellos”, dijo el Dr. Manzanilla.
“En el sitio se encontraron semillas de frijol, maíz y otras plantas más, pero con el estudio especializado podrían identificarse semillas más pequeñas que “indiquen qué cosas estaban consumiendo los habitantes”, agregó el especialista.
En uno de los perfiles de trabajo que se encuentra expuesto, “se ve que la capa de ocupación es muy delgada y eso es una genialidad para la arqueología de El Salvador, porque quiere decir que no hubo ocupación previa y el sitio no tuvo tampoco una ocupación posterior, porque lo cubrió la ceniza de la erupción; tienen una cápsula del tiempo que les va indicar cómo era la vida, la cultura material y la organización social de la gente que vivió allí en el tiempo en que se feche y yo creo que eso es algo único para la arqueología de cualquier país”, agregó el arqueólogo mexicano.
En el sitio se han identificado, además, tres estructuras conformadas por plataformas de tierra, dos posibles estructuras sepultadas y abundante material cerámico.
“Quedamos sorprendidos por la riqueza de los materiales orgánicos que observamos prácticamente de inmediato y en concentraciones realmente sorprendentes, eso es un asunto extraordinario. De esa manera reconocimos la riqueza del sitio en esos términos y las promesas de investigación que esos materiales permiten. Después, también nos tocó valorar las condiciones de ubicación del sitio”, indicó el Dr. Guillermo Goñi.
Al respecto de la ubicación, la Dra. Sánchez dijo: “El lugar donde se encuentra ubicado el sitio es de alto riesgo, intentar mantener allí una zona arqueológica es poner en riesgo a la misma población que lo visite. Por ello, es correcto lo que se está haciendo en El Salvador, un trabajo de salvamento, que es la recuperación de toda la información que está presente, con un registro muy minucioso, muy metódico, donde se pueda rescatar todo lo que sea posible antes de que haya una destrucción natural porque, finalmente, va a ocurrir esa destrucción por más que lo intentemos preservar”.
Los otros especialistas mexicanos y el arqueólogo salvadoreño coinciden con la opinión de la conservadora, quien explicó: “Si el sitio se intenta conservar requiere una inversión muy grande y que, al final, el cauce del río no lo podemos cambiar, el suelo mismo sobre el que está asentado es ceniza volcánica, las paredes son cenizas y eso tiende a colapsar. Es un sitio de alto riesgo y el descubrimiento fue fortuito a causa de la misma naturaleza”.
Asimismo, los especialistas reiteraron que “lo que están haciendo los responsables aquí en El Salvador es lo que corresponde: hacer un salvamento, hacer una investigación minuciosa, un registro muy detallado en condiciones muy difíciles”.
El descubrimiento, investigación y análisis de los materiales ayudarán a brindar más luces sobre los orígenes del lugar, de la dieta alimenticia y del sistema constructivo que utilizaban los pobladores del sitio Pacún.
“Por sus características, las estructuras tienen una similitud con las de Joya de Cerén. Son unas plataformas construidas por los antiguos pobladores y sobre ellas edificaron las viviendas hechas con pared de bahareque y techo de zacate”, dijo el arqueólogo Guerra.
La diferencia es que el sitio, descubierto por un poblador de la zona, es mucho más temprano que Joya de Cerén. “Podemos hablar de unos 200 años más antiguo” y fue sepultado por la erupción del volcán de Ilopango, que se estima ocurrió a mediados del siglo V, explicó Guerra.