En marzo del año pasado, el Presidente Nayib Bukele declaró la Guerra contra las pandillas, en respuesta a la agresión despiadada de estos grupos criminales en contra de la población honrada, tras una violenta jornada que dejó 87 asesinatos, en un solo fin de semana.
El Mandatario advirtió de manera enérgica a los pandilleros que cesaran de matar a personas honradas porque emprendería acciones más duras contra sus pandilleros compinches que estaban presos: “Les juro por Dios que no van a comer un arroz, y vamos a ver cuánto tiempo duran…”, dijo, el mensaje también estaba dirigido para los terroristas que en ese momento estaban libres.
Dicho y hecho. El 27 de marzo, del año pasado, el Gobierno implementó el régimen de excepción con el que ha capturado a más de 66,000 pandilleros y los ha llevado ante los jueces para que sean juzgados por los crímenes cometidos y paguen su condena en la cárcel.
Un año después, el Presidente Nayib Bukele ha afirmado que se está a punto de ganar la Guerra contra las pandillas, que él declaró públicamente, y que ha traído paz a millares de familias honradas.
Todas las acciones emprendidas con el Plan Control Territorial, iniciado en junio de 2019, y el régimen de excepción han sido articuladas para ganar la Guerra contra las pandillas y devolver la tan anhelada paz de los salvadoreños que durante años parecía inalcanzable.
Esa paz que para la mayoría de los salvadoreños era casi imposible de alcanzar, ahora la viven, y la disfrutan sin el temor al cobro de la extorsión, o a salir de casa sin el peligro de ser asesinado por una decisión al azar de los pandilleros como era antes en cualquier región del país.