Durante su toma de posesión en 2009, Funes se presentó ante el pueblo salvadoreño con un discurso cargado de promesas de ética y justicia.«Nosotros no tenemos el derecho de equivocarnos» y «evitar el error comienza por no hacer lo que algunos ya hicieron mal en este país: gobernar para pocos, ser complacientes con la corrupción, temer y ser cómplice del crimen organizado» fueron algunas de las declaraciones que pronunció.
Sin embargo, estas palabras se desmoronaron a medida que su administración estuvo marcada por prácticas corruptas y acuerdos ilícitos.
Funes, prófugo de la justicia salvadoreña, fue condenado por el desvío de $351.02 millones de fondos públicos, una parte significativa de los cuales fueron extraídos en bolsas negras del Banco Hipotecario, algo que contrasta directamente con su promesa de «no hacer lo que algunos hicieron mal en este país».
En lugar de liderar con transparencia, su gobierno se vio empañado por el uso del dinero público para fines personales y el fortalecimiento de redes de corrupción.
A pesar de su discurso de austeridad y lucha contra la corrupción, Funes pactó con pandillas para disminuir la violencia, lo que le valió una condena de 14 años en 2023, por los delitos de incumplimiento de deberes y agrupaciones ilícitas. En su toma de posesión, Funes insistió en que «errado es humano, pero evitar el error es igualmente un atributo de todos los hombres y mujeres»; sin embargo, la realidad de su mandato estuvo lejos de esta declaración. En lugar de evitar el error, se alió con el crimen organizado y dejó que la corrupción se apoderara de su administración.
Además, prometió «un programa global anticrisis», que incluía medidas de austeridad, como «una fuerte restricción del gasto superfluo», pero sus políticas y acciones terminaron en el despilfarro de recursos del Estado, generando mayores desigualdades sociales. Mientras su gobierno prometía una mejor distribución de los subsidios, estos terminaron beneficiando a personas de altos ingresos.
Al igual que sus promesas de «combatir la evasión, el contrabando y la corrupción», estas quedaron en nada cuando, en 2023, fue sentenciado a 6 años por evasión fiscal, tras ser hallado culpable de declarar información falsa para evitar el pago de impuestos. En su discurso, Funes afirmó que «el bien público no puede ser confundido con el bien personal» y que se debía hacer una «revolución ética». No obstante, su legado se forjó en la contradicción, pues su propio accionar fue el mayor obstáculo para la ética que proclamó.
Funes, quien desde 2016 vivió asilado en Nicaragua bajo el régimen de Ortega, nunca enfrentó la justicia salvadoreña. A pesar de sus afirmaciones de lucha contra la corrupción, sus años en el poder fueron una prueba de cómo las palabras pueden ser fácilmente vacías cuando las acciones están dictadas por la codicia y el interés personal.