El Parlamento de Irán ha aprobado avanzar en el cierre del Estrecho de Ormuz, una de las rutas marítimas más estratégicas del planeta, en respuesta a los recientes ataques de Estados Unidos contra tres instalaciones nucleares iraníes. Aunque la decisión final está en manos del Consejo Supremo de Seguridad Nacional, el anuncio marca un punto de inflexión en la tensión geopolítica del golfo Pérsico.
El miembro de la Comisión de Seguridad Nacional del Parlamento, Sardar Kowsari, confirmó la postura legislativa en declaraciones a la cadena Press TV, señalando que se trata de una medida defensiva ante las agresiones extranjeras.
Un corredor clave para el petróleo mundial
El Estrecho de Ormuz, ubicado entre Irán y Omán, tiene apenas 21 millas náuticas de ancho en su punto más angosto. Sin embargo, concentra un volumen de tránsito desproporcionado: por esta vía marítima circula alrededor del 20 % del petróleo mundial y cerca del 30 % del gas natural licuado (GNL) que se exporta desde Medio Oriente hacia los mercados globales.
El estrecho es vital para las exportaciones de países como Arabia Saudita, Irak, Kuwait, Emiratos Árabes Unidos, Qatar e Irán, por lo que cualquier intento de bloquearlo podría tener consecuencias de gran alcance.
Impacto económico y riesgo de conflicto
Especialistas en geopolítica y economía advierten que, si se concreta el cierre, el precio del petróleo podría superar fácilmente los $150 por barril, e incluso alcanzar los $200 en caso de una interrupción prolongada. Esto implicaría un golpe directo a la economía global, con aumentos drásticos en el costo de transporte, electricidad, alimentos y bienes manufacturados.
Además, analistas temen una respuesta militar inmediata por parte de Estados Unidos, Reino Unido y otras potencias que dependen del libre tránsito en esa región. Un escenario de confrontación en el golfo Pérsico elevaría el riesgo de una guerra naval internacional, con consecuencias imprevisibles.
Un nuevo punto de inflexión geopolítica
La posible obstrucción del Estrecho de Ormuz no solo tendría implicaciones energéticas, sino también geoestratégicas. El equilibrio en Medio Oriente podría romperse, afectando no solo a los países productores de petróleo, sino también a los grandes consumidores, como China, India, la Unión Europea y Estados Unidos.
Con esta decisión, Irán lanza un claro mensaje sobre su disposición a utilizar todas las herramientas a su alcance para responder a lo que considera agresiones a su soberanía. La comunidad internacional observa con preocupación mientras el mundo se acerca a una posible crisis energética de escala global.
La situación sigue en desarrollo.