A las 18:00 horas del 8 de mayo de 2025, el mundo volvió a contener el aliento cuando de la chimenea de la Capilla Sixtina emergió la anhelada fumata blanca. Tras tres días de deliberaciones a puerta cerrada, el cónclave que comenzó el 6 de mayo ha llegado a su fin con la elección de un nuevo sucesor de Pedro. Las campanas de la Basílica de San Pedro repicaron con fuerza mientras miles de fieles, reunidos en la plaza, estallaban en vítores y lágrimas de emoción.
Pocos minutos después, desde el balcón central de la basílica, el cardenal protodiácono Dominique Mamberti proclamó las ya míticas palabras: «Habemus Papam». El elegido: el cardenal Robert Francis Prevost, de origen estadounidense y prefecto del Dicasterio para los Obispos. A partir de ahora, será conocido como León XIV.
Un nuevo rostro, una nueva etapa
La elección del cardenal Prevost supone el inicio de una nueva etapa para la Iglesia Católica, que afronta desafíos complejos tanto internos como externos: desde la crisis de credibilidad por los abusos sexuales hasta la necesidad de reformas estructurales en la Curia, el diálogo interreligioso, el papel de la mujer en la Iglesia y la creciente secularización en muchas partes del mundo.
Aunque el nuevo pontífice aún no ha delineado en detalle el rumbo que tomará su pontificado, sus primeras palabras desde el balcón han estado cargadas de humildad, esperanza y unidad. “Recemos juntos por la paz, por los más vulnerables y por una Iglesia que sea madre y casa de todos”, dijo al dirigirse por primera vez a los fieles, antes de impartir su Bendición Apostólica Urbi et Orbi.
Las primeras 24 horas del nuevo Papa
Tras ser elegido en la Capilla Sixtina, el nuevo Papa fue conducido a la sacristía adyacente, conocida como la Capilla de las Lágrimas, donde, emocionado, se revistió con la sotana blanca y los ornamentos papales. De vuelta ante sus hermanos cardenales, escuchó el pasaje del Evangelio donde Jesús encomienda a Pedro: “Apacienta mis ovejas”.
Allí, uno a uno, los cardenales le ofrecieron obediencia y respeto. Posteriormente, se entonó el Te Deum en acción de gracias, y León XIV fue acompañado hasta el balcón central para ser presentado al mundo.
La mañana siguiente celebrará su primera misa como Pontífice en la Capilla Sixtina junto al Colegio Cardenalicio. En los próximos días, se reunirá con los jefes de los dicasterios y fijará la fecha para la Misa de inicio de su Pontificado, que se celebrará en la Plaza de San Pedro. Más adelante, tomará posesión formal de la basílica de San Juan de Letrán, catedral del Papa como obispo de Roma.
El legado de Francisco y el camino de León XIV
Aunque el perfil de Robert Prevost no fue el más citado entre los «papables», su elección parece sugerir una voluntad de continuidad con el legado pastoral de Francisco: una Iglesia abierta, comprometida con los pobres y centrada en la misericordia.
En este contexto, el nombre elegido, León XIV, también evoca resonancias históricas. León XIII, su lejano predecesor, fue un reformista que promovió la doctrina social de la Iglesia con la encíclica Rerum Novarum. La elección de este nombre podría ser una señal de la intención de León XIV de mantener un impulso renovador y socialmente comprometido.
¿Qué se espera de su pontificado?
La comunidad católica y el mundo entero observarán de cerca los primeros gestos de León XIV: su actitud frente a los abusos, su relación con las conferencias episcopales, sus decisiones respecto a la Curia y su apertura hacia los sectores más alejados de la Iglesia.
Su pontificado podría definir el rumbo del catolicismo para las próximas décadas. Desde la Plaza de San Pedro hasta las periferias más remotas, los fieles miran ahora hacia León XIV como el nuevo pastor de más de 1.300 millones de católicos en todo el planeta.