Las movilizaciones en Ecuador, encabezadas principalmente por los indígenas, se han agudizado este miércoles con un paro nacional que busca torcer el brazo al Gobierno de Lenín Moreno. Tras una semana de protestas que se iniciaron por un paquete de ajustes económicos destinadas a cumplir con el acuerdo alcanzado entre Ecuador y el Fondo Monetario Internacional (FMI), que financió al país con más de 4.000 millones de dólares.
Entre las medidas que han levantado la indignación de la población se encuentra el aumento del precio de los combustibles (que supone una subida del 123 % en el caso del diésel) y un conjunto de reformas laborales y tributarias que la Asamblea Nacional (Parlamento) deberá aprobar.
Ante el clima de alarma generado, el presidente decidió cambiar el lunes la sede del Ejecutivo a Guayaquil, en la costa, donde la policía ha cerrado el paso a los manifestantes. Sin embargo, este día regresa a la capital acompañado de la ministra de Gobierno, María Paula Romo, y del titular de Defensa, Oswaldo Jarrín, para supervisar el desarrollo de la jornada.
Los manifestantes quieren la salida del mandatario. Sin embargo, hay un sector dispuesto a negociar. «Nosotros estamos defendiendo lo nuestro. Estas medidas son injustas. Yo por mi lado quisiera dialogar con todo el pueblo, pero el señor Lenín Moreno, se esconde, se va a Guayaquil», afirma Ezequiel Gómez, de 40 años, agricultor de la provincia de Imbabura.
Por su parte el presidente, Lenin Moreno, enfrentó este martes una entrevista televisiva a la que respondió la pregunta que muchos se hacen y que le formuló un periodista de una la cadena nacional ecuatoriana: «¿Se le ha pasado por la cabeza renunciar a la Presidencia?».
El mandatario respondió rotundamente: «No, bajo ninguna circunstancia, y no veo por qué tendría que hacerlo si estoy tomando las decisiones correctas», sostuvo, aunque posteriormente matizó su afirmación.
Moreno dijo que solo se irá cuando se lo pida la ciudadanía de su país: «En el momento que el pueblo ecuatoriano desee que me vaya, yo me iré», afirmó, y añadió que no lo hará por presiones de «aquellos que quieren retornar a las rapacías, a la expoliación, a la siniestralidad del pasado.» «No por eso», sentenció, «eso debería ser voluntad del pueblo ecuatoriano».