En septiembre pasado, después de que la India alcanzara un pico, los contagios y decesos por coronavirus comenzaron a descender en el país. El gobierno rápidamente adoptó un discurso triunfalista, pero los científicos dijeron que era demasiado pronto para celebrar, ya que no podían explicar con certeza las causas de esta “caída milagrosa” y pidieron a los ciudadanos “mantener la guardia” ante una posible alza en el futuro, informó la agencia AFP.
El tiempo demostró que los expertos tenían razón. La India, que atraviesa su peor momento desde el comienzo de la pandemia, superó hoy los 18 millones de casos tras otro récord mundial de 379.257 infecciones diarias a la vez que sumó 3645 muertes, elevando el total a 204.832, según datos del Ministerio de Salud.
Cada día, miles de indios buscan camas de hospital y oxígeno para salvar la vida de familiares enfermos, utilizando aplicaciones de redes sociales y contactos personales. Las camas de hospital que están disponibles, especialmente en las unidades de cuidados intensivos, se ocupan en minutos.
El ejército está llevando suministros claves, como tanques de oxígeno, por todo el país y abrirá sus centros médicos a los civiles. Hoteles y vagones de ferrocarril se han convertido en instalaciones de cuidado intensivo ante la falta de camas de hospital.
Mientras tanto, los sepultureros no dan a basto y trabajan las 24 horas para enterrar a los muertos y cientos más son incinerados en piras improvisadas en parques y estacionamientos.
La mejor esperanza de la India para frenar la segunda ola mortal es vacunar a su vasta población, afirmaron los expertos. El gobierno abrió el miércoles el registro para que todos los mayores de 18 años se inoculen a partir del sábado.
Pero aunque es el mayor productor mundial de vacunas, la India no tiene las existencias para los 800 millones que se estima que ahora son elegibles. Muchos de quienes quisieron inscribirse no pudieron y se quejaron en redes sociales de no conseguir cupo o de no poder entrar al sitio web, ya que se caía repetidamente.
La pregunta que se hacen muchos ahora es: ¿Qué salió mal?
Según The Guardian, algunos atribuyen el tamaño de esta segunda ola a las nuevas variantes de Covid-19 que parecen ser más infecciosas que las cepas anteriores, y que habrían abrumado al sistema de salud pública, crónicamente subfinanciado y al servicio de una vasta población.
Pero los expertos en salud pública, incluidos algunos involucrados en asesorar al gobierno, dicen que la escala del brote actual de la India también fue en parte provocada por el hombre, el resultado de un sentimiento de excepcionalismo que emanó de la cima del gobierno indio y se extendió por toda la sociedad, lo que llevó a innumerables decisiones administrativas y personales que, en pocos meses, resultarían desastrosas.
“Hubo una interpretación errónea de la situación en enero de que habíamos alcanzado la inmunidad colectiva y era poco probable que veamos una segunda ola”, dijo a The Guardian K Srinath Reddy, presidente de la Fundación de Salud Pública de la India. “La India entró en modo de celebración. Y sabemos que el virus viaja con la gente y celebra con las multitudes“.
El gobierno, en todos los niveles, relajó las restricciones, permitió que se reanudaran eventos sociales masivos y siguió adelante con una escandalosa campaña electoral, confiando en que la circulación continua del Covid-19 en estados como Kerala o Maharashtra eran los residuos moribundos del virus.
“Hubo muchos mensajes contradictorios que hicieron que la gente se sintiera muy complaciente”, dijo Shahid Jameel, virólogo de la Universidad de Ashoka, en un foro el martes. Algunos políticos y científicos se jactaban de las bajas tasas de infección y muertes que daban a las personas la impresión de “que de alguna manera eran especiales”, agregó. “No somos especiales”.