Por si el argumento de que la mascarilla puede salvar la vida no es suficiente convincente, investigadores de la Universidad de Pensilvania encuentran otra razón de peso en su último estudio publicado ‘Beauty and the mask’. Tras analizar más de 500 casos, han llegado a la conclusión de que los rostros cubiertos con mascarillas quirúrgicas son juzgados como más atractivos.
El estudio se ha basado solo en los hechos, apreciando a diferentes personas con mascarilla y sin ellas. El documento incluye algunas de las fotos evaluadas. En el caso de una mujer, la opinión sobre su belleza mejoró un 71% cuando estaba con mascarilla. A partir de los resultados, han sido muchas las explicaciones que se han querido dar por parte de los profesionales que se han hecho eco de esta investigación.
Simetrías, koinofolia y las leyes de la Gestalt
En principio, todo se fundamenta en algo tan básico como que, en general, nos atraen las caras simétricas. La mascarilla solo deja visible nuestros ojos, ahorrándonos percibir asimetrías en nariz, boca y mentón. Es decir, visualizamos rostros menos imperfectos. A esto se le suma que nuestra mente tiende a rellenar todo aquello. Para entender esto tendríamos que hablar del concepto koinofolia.
Esto es un mecanismo que se activa en el cerebro cuando observamos una imagen incompleta y utiliza toda la información almacenada a lo largo de los años. Por supuesto, completa la región facial oculta con los rasgos más agradables y mejor valorados por nuestro subconsciente. La Universidad de Barcelona incluye las leyes de la Gestalt que se fundamenta en dos reglas generales: la ley de buena forma y la ley de figura y fondo.
Además, también es importante destacar que el hecho de que la mascarilla solo dejen a la vista los ojos, beneficia por sí mismo. Sin entrar en que sean bonitos o feos, su fuerza expresiva e involuntaria nos convierte en personas más transparentes. Siempre se ha dicho que la mirada es el espejo del alma y ahora nuestra única comunicación no verbal es a través de ella.