El mundo se enfrenta a una de las mayores crisis económicas de su historia. Millones de fábricas y empresas están paralizadas, y muchos más millones de trabajadores están siendo lanzados a las bolsas de paro.
¿Qué dicen los más renombrados especialistas? ¿Hay alguna solución para una crisis que no tiene precedentes? Los estados están movilizando billones de euros en ayudas pero si esta es la solución, ¿es la solución correcta? Si lo es, ¿cuánto tiempo tardará en obtener resultados?
“[Hay que] brindar ayuda financiera a familias y empresas ante una inevitable contracción económica”, afirma el premio Nobel Paul Krugman desde su blog de ‘The New York Times’. “La gente necesita comer aunque no vayan al trabajo”.
La mayor parte de los economistas coincide en decir que esta no es una crisis de oferta, sino de demanda. El sistema productivo está intacto. El problema es que de pronto, millones de personas en todo el mundo temen por sus ingresos cotidianos. Saben que su futuro más inmediato está en peligro, y por eso los economistas insisten en proveerles de ayuda económica. Es decir, ir de abajo arriba, y en lugar de ayudar tanto a las grandes empresas en crisis hay que ayudar a los que trabajan en esas empresas, sobre todo a las pymes.
Por eso Krugman aplaude los dos billones de dólares que EEUU va a movilizar para ayudar a las familias. “Cheques a familias, beneficios de desempleo mejorados, ayuda a hospitales y estados en apuros, y préstamos para ayudar a las pequeñas empresas a sobrevivir”, añade Krugman.
Pero ahí empiezan las discrepancias. Nassim Taleb, célebre por haber definido como un cisne negro la imprevista crisis financiera de 2008, está de acuerdo en rescatar empresas. En un artículo publicado en Medium y titulado “Socialismo corporativo: el gobierno está rescatando a inversionistas y gerentes, no a ti”, aboga por no hacerlo como se hizo el rescate en EEUU en 2008 y 2009 que ayudó a los bancos y banqueros, quienes dos años después estaban cobrando un bonus gigantesco, mientras los contribuyentes y la clase media empobrecían.
Eso, para Taleb, desató algunas dudas éticas, o lo que se denomina “riesgo moral” (moral hazard). “Las cabezas y los banqueros ganan, los de abajo y el contribuyente pierden”. No hay que confundirse esta vez, dice Taleb: “Rescatar a las personas en función de sus necesidades no es lo mismo que rescatar a las corporaciones en función de nuestra necesidad de ellas”.
No hay que olvidar que los fondos de inversión y las corporaciones tienen más capacidad de presión sobre los gobiernos, dice Taleb. Pero los ciudadanos no. “¿Qué pasa con el pequeño restaurante de la esquina? ¿El guía turístico independiente? ¿El entrenador personal? ¿El masajista profesional? ¿El peluquero? ¿El vendedor de perritos calientes que vive de turistas cerca del Museo Metropolitano? Estos grupos no pueden permitirse lobbies y serán ignorados”.
Taleb propone usar amortiguadores financieros (buffers) destinados a los ciudadanos y a los pequeños empresarios. Por decirlo pronto: una lluvia de dinero.Y para la próxima pandemia, más previsión. “Mucha gente dice que la pandemia es un cisne negro, y de ahí que, debido a que no era previsible, se puede perdonar”. Pero no: no es un cisne negro, dice Taleb. Es un cisne blanco: era previsible. “Si hubieran leído ese libro (‘El cisne negro: el impacto de lo altamente imrprobable), habrían sabido que una pandemia global de este tipo se presenta claramente como un cisne blanco: algo que finalmente iba a suceder con gran certeza”. Si se ha convertido en imprevisible, dice Taleb, es debido a los mecanismos del mundo moderno, “un compuesto de mucha conectividad y sobreoptimización”.
Pero Taleb pone el ejemplo de Singapur, país al que asesoró. Estaban preparados desde el 2010 para este cisne blanco de la pandemia. Que las cosas no se hicieron bien desde la crisis de 2008 en los países occidentales está más que probado. Las clases medias han aumentado su renta un 1%, mientras que los más ricos, un 25%, según denunciaba el economista francés Thomas Piketty en su libro “Capital en el siglo XXI.”
Y ahora el coronavirus puede cebarse más en los que menos tienen.
Piketty afirmaba a ‘Le Nouvel Observateur’, que hay que aprovechar este momento para cambiar el sistema económico. Fue tras las dos guerras mundiales y la crisis de la década de 1930, que se estableció un nuevo sistema económico, «con seguridad social, impuestos progresivos, una nueva ley laboral, derechos sindicales». Para ello, hizo falta una transformación intelectual que se estaba cocinando desde finales del siglo XIX, y que se encarnó en “el movimiento socialista, sindical y social”, afirma Piketty.