A sus 12 y 18 años, a Pepe y Alex (nombres ficticios), no les preocupa qué comerán hoy, qué vestirán mañana, y tampoco ser los mejores en su escuela o universidad. Pero ni ellos, ni los adultos se escapan del estrés tecnológico que se vive actualmente.
Según la página Formación Gerencial, el tecnoestrés o estrés tecnológico lo padece uno de cada cuatro latinoamericanos, afecta el rendimiento, carácter y salud, y se relaciona con el miedo y ansiedad en el uso de tecnología como el abuso de la misma.
En el caso de Pepe y Alex, sus estresantes preocupaciones pasan por tener un móvil óptimo para poder descargar juegos, que no se trabe, encontrar conexión a internet y sobre todo que este tenga velocidad para que no se trabe o lo saque de competencia, lo que les lleva a aterrizar en la tecnoadicción.
De acuerdo a la fuente citada, la tecnoadicción es un tipo de tecnoestrés específico que se atribuye al uso compulsivo que tienen algunas personas al necesitar estar conectados en todo momento y en todo lugar sea en redes sociales, juegos en líneas, sitios de apuestas, sitios de citas y relaciones, música, videos o más.
“Molesta perder e ir bajando de categoría, pero lo que más molesta y estresa es perder porque el teléfono se te trabe o se caiga el wi-fi”, dice Alex. Su sencilla respuesta compagina con el artículo en la página de Formación Gerencial que argumenta que los tecnoadictos invierten largas horas en internet, se exponen a contactos e interacción con extraños, quieren estar al día con la tecnología, se convierten en dependientes y la tecnología es el eje en el cual estructuran sus vidas.
Este tipo de conducta obliga al joven a ser dependiente de la conexión y funcionalidad, lo que le mita su capacidad de desenvolverse sin estar conectado. Además pierde el sentido del tiempo, muestra tendencia compulsiva a renovar dispositivos electrónicos para estar al día, si no tiene conexión a internet su humor cambia y se estresa.
En el otro extremo, pero siempre relacionado al estrés tecnológico están las personas que tienen miedo o ansiedad al uso de nuevas tecnología, a este campo entran los mayores de 40 años, pero no es exclusivo.