Antes del 2019, el futuro de El Salvador era incierto y comprensiblemente había dudas sobre el Presidente Bukele cuando asumió el poder, ya que tenía una visión de país amplia y poco convencional. Sin embargo, a medida que pasaban los días, Bukele comenzó a implementar estrategias para abordar uno de los problemas más urgentes del país: la seguridad.
Para lograrlo, se enfocó en fortalecer las instituciones clave que desempeñarían un papel fundamental en el control de la seguridad: la Policía Nacional Civil, la Fuerza Armada y los Centros Penales. Estas acciones coordinadas tuvieron un impacto significativo en la seguridad en las calles y la población comenzó a experimentar un cambio positivo en el país.
El camino no fue fácil, ya que los grupos de poder establecidos no se quedarían tranquilos hasta ver caer al nuevo gobierno que le había dado a los salvadoreños la esperanza de un nuevo país. Sin embargo, en 2021, con la llegada de una nueva Asamblea, las esperanzas se renovaron y lo impensable se convirtió en realidad para los salvadoreños.
Hoy en día, tenemos un país seguro e increíble, con una capital renovada al estilo europeo y sin nada que envidiar. Contamos con plazas que nunca imaginamos ver de esta manera, llenas de salvadoreños que finalmente pueden salir de sus casas sin temor. Además, El Salvador se ha convertido en el anfitrión de eventos de talla mundial, como el Miss Universo 2023, lo que ha puesto al país nuevamente en el mapa internacional.
Todo esto ha permitido que El Salvador, que alguna vez fue conocido como la “capital de la muerte”, ahora sea reconocido como el país más seguro del continente.
La inversión y el turismo han aumentado, y la economía está alcanzando niveles sin precedentes. Sin embargo, los opositores del gobierno critican estas mejoras e incluso hablan de un régimen autoritario, pero esto solo refleja su estrecha mentalidad y su descontento por no tener los privilegios que solían tener en el pasado.
Hoy en día, tenemos un país que, sin importar cuánto intenten negarlo unos pocos, nos convierte en pequeños gigantes gracias a la valentía y determinación del presidente Nayib Bukele.