No se puede caer más bajo futbolísticamente y dirigencialmente. La selección nacional mayor de El Salvador cayó en un hoyo profundo desde hace mucho y ayer miércoles lo ha certificado con un empate de 1-1 ante una selección de Bonaire que es amateur.
La Fesfut y su director deportivo, Diogo Gama, buscaron un rival que en el papel era débil para esta fecha FIFA y así romper la sequía de 21 meses sin ganar, pero “el tiro salió por la culata”.
La Azul y Blanco hizo el ridículo en el Audi Field, de Washington. Fue inoperante, ineficaz y coleccionó un rosario de yerros ante una selección caribeña, que de no ser por algunas individualidades que no presentaron ningún peligro, tenía poco fútbol, pero casi a ese mismo nivel jugó El Salvador.
Tras un primer tiempo en el que solo quedan como anécdotas un remate frontal de Nathan Ordaz y otro de larga distancia de Darwin Cerén que contuvo el portero de bonairense sin ningún peligro, los primeros 45 minutos solo se pueden catalogar de un fútbol vergonzoso por parte de la Selecta.
David Dóniga, seleccionador nacional, cambió a medio equipo para la parte de complemento con la intención de borrar la pésima imagen del primer tiempo, pero nada de eso ocurrió.
En el segundo tiempo fue más de lo mismo, no había idea, las imprecisiones estaban en casi cualquier jugada que se quería construir. Para colmo, en el minuto 62, German Fuentes jugó con Óscar Pleitez, quien no pudo controlar una pelota fácil y tuvo que ir a traerla al fondo de la portería.
Tuvo que aparecer Pablo Punyed para empatar (1-1) el partido al minuto 68, bueno por el volante que juega en Islandia y volvía al equipo cuscatleco, pero el daño para El Salvador ya estaba hecho. Nada podía borrar una de las noches más tristes de la Azul y Blanco, en la que se certificaba que estamos hundidos.
Son 20 partidos sin ganar, la peor racha del combinado nacional en la historia, que se sella con un paupérrimo empate ante una isla del Caribe.