Carlos Marroquín, director de Reconstrucción del Tejido Social, resaltó el impacto del proyecto CUBO en comunidades que durante años fueron excluidas del desarrollo social y económico. «Este es un proyecto muy bonito que ha beneficiado muchas familias en este país. Es un proyecto meramente salvadoreño que nació como una idea del Presidente Bukele, transformando comunidades históricamente excluidas», afirmó.
Según Marroquín, el abandono estatal de estas zonas cambió con la implementación del Plan Control Territorial. «Hace seis años, nadie invertía un solo centavo en nuestros barrios. Por primera vez un gobierno está invirtiendo en las comunidades, dentro de las comunidades, para cambiar esa realidad», enfatizó.
El funcionario destacó que la visión del presidente Bukele ha sido clave en este proceso. «El Presidente Nayib Bukele tiene uno de los lemas más interesantes: lo público debe ser igual o mejor que lo privado. ¿Por qué no dignificar a las comunidades de esta forma?», cuestionó.
Los CUBO también han significado un cambio en la seguridad y el bienestar de las mujeres en los barrios intervenidos. «Las mujeres se sienten mucho más seguras en las comunidades donde existen cubos. La participación de las mujeres en los espacios formativos y recreativos dentro del cubo ha sido clave», explicó.
Además, subrayó el impacto del programa en la juventud, uno de los sectores más afectados por la violencia en el pasado. «Los cubos contribuyen a cambiar la perspectiva de los jóvenes, brindándoles un espacio donde puedan pensar en cosas positivas a futuro, en lugar de estar expuestos a la violencia», detalló.
En ese sentido, Marroquín destacó que los jóvenes son el principal grupo beneficiado con estos espacios. «Los jóvenes son el grupo poblacional que más ha sufrido por el fenómeno de las pandillas. Por eso, los cubos están diseñados para ofrecerles espacios de recreación, deporte, arte y tecnología, ayudándoles a encontrar un futuro mejor», indicó.
La Fase 2 del Plan Control Territorial, denominada «Oportunidad», también ha sido clave en este proceso. «Empodera a los líderes positivos de las comunidades, permitiéndoles transformar su realidad y la de toda su comunidad», afirmó el funcionario.
Según Marroquín, la estrategia de intervención comunitaria comienza con la identificación de actores clave dentro de los barrios. «Para poder intervenir en una comunidad, primero identificamos los contactos primarios: los líderes positivos, la señora de la tienda, el chico que va al instituto. Son ellos los que facilitan el proceso y abren las puertas a los cubos», explicó.
El funcionario reconoció que una de las principales dificultades fue recuperar la confianza de los habitantes, quienes durante años se sintieron desatendidos por las autoridades. «El principal reto fue hacerle entender a la gente que no éramos funcionarios tradicionales, de los que llegan, te prometen una cosa y luego te mienten, porque las comunidades dejaron de creer en absolutamente todo», señaló.
En ese marco, la Dirección de Reconstrucción del Tejido Social ha priorizado la construcción de infraestructura social antes de llevar la estructura física de los CUBO a cada comunidad. «Nosotros, antes de llevar la infraestructura física del CUBO, construimos una infraestructura social, que esto lo hacemos a través de la conformación de organizaciones juveniles», detalló Marroquín.
Para el director, los CUBO han logrado convertirse en puntos de esperanza en los barrios. «El CUBO es un faro de luz en las comunidades y los barrios, y definitivamente lo es. De toda la oscuridad que vivías, ves un sitio que está iluminado, vos querés ir a ese lugar», expresó.
Finalmente, Marroquín adelantó que se fortalecerá aún más el programa CUBO y se desarrollarán nuevas iniciativas para ampliar su impacto social. «Seguir fortaleciendo el tema CUBO es fundamental. Luego, estamos construyendo un programa para poder atender a madres que son cabezas de hogar en las comunidades», concluyó.