Las Fuerzas de Defensa de Israel (IDF) llevaron a cabo este martes un ataque en Doha que, según varios testimonios y registros visuales, provocó explosiones y columnas de humo en la capital qatarí, especialmente en la zona del Katara y alrededores. Las autoridades israelíes dijeron que el blanco fue la cúpula de Hamás y describieron la acción como un ataque quirúrgico contra “altos mandos” del movimiento.
La oficina del primer ministro Benjamin Netanyahu publicó un comunicado en el que afirmó que la operación fue “una acción totalmente independiente” y añadió textualmente: “Israel la inició, Israel la ejecutó e Israel asume plena responsabilidad”. El Ejecutivo israelí defendió el ataque como una medida dirigida contra dirigentes a los que responsabiliza de ataques previos contra civiles y de la coordinación de actividades militares desde el exterior.
En paralelo, el ejército israelí y servicios de seguridad señalaron que se trató de una “operación precisa” contra instalaciones y personas vinculadas a la dirección de Hamás. Varios medios informaron además que Estados Unidos fue previamente informado sobre la operación, aunque las fuentes difieren en el grado de conocimiento o apoyo otorgado por Washington. Estas versiones han alimentado la incertidumbre sobre las implicaciones diplomáticas del ataque.
Doha reaccionó de forma inmediata y enérgica: la Cancillería qatarí, a través de su portavoz Majed Al-Ansari, calificó el bombardeo como “cobarde” y “criminal”, y denunció que constituye “una flagrante violación de todas las leyes y normas internacionales”. El gobierno de Qatar afirmó que no tolerará actos que pongan en riesgo su soberanía y anunció la apertura de una investigación “al más alto nivel” sobre lo ocurrido.
El ataque llega en un momento delicado para las gestiones de paz: el 18 de agosto Hamas comunicó que había aceptado una propuesta de alto al fuego de mediadores árabes y estadounidenses, pero Israel aún no había respondido oficialmente a esa aceptación. Analistas y corresponsales internacionales —entre ellos reportes de la cadena ABC— advirtieron que la operación israelí podría anular las posibilidades de un cese al fuego inmediato y complicar las negociaciones en curso.
Las informaciones sobre bajas y objetivos alcanzados son por ahora contradictorias: algunos medios qataríes y árabes señalaron que entre los objetivos estaban miembros relevantes de la delegación negociadora, y hubo reportes que mencionaron a figuras como Khalil al-Hayya; otros corresponsales y boletines palestinos indican que las víctimas registradas hasta ese momento no incluían, de forma confirmada, a los líderes señalados. La verificación independiente de bajas y identidades continúa en desarrollo.
La comunidad internacional expresó preocupación por la escalada y por el precedente que implica un ataque en territorio de un mediador clave en las negociaciones. Naciones Unidas, varios países árabes y actores regionales condenaron la acción y pidieron contención para no poner en riesgo a los rehenes ni desbaratar el proceso de diálogo. Mientras Qatar procede con su investigación, la región enfrenta un repentino incremento de tensiones que podría traducirse en nuevas repercusiones políticas y militares.