Fiscales federales del distrito sur de Nueva York señalaron el miércoles al presidente de Honduras, Juan Orlando Hernández, como un conspirador que trabajó con su hermano Tony Hernández y el expresidente Porfirio Lobo en el «uso del narcotráfico para afirmarse en el poder y ejercer el control» en su país.
Un despacho de la agencia AP indica que el documento, de 49 páginas, explica que ambos políticos «se apoyaron en las ganancias de las drogas» para financiar sus campañas y cita que esto «evidencia un alto nivel de corrupción política».
La presentación se produjo meses después de que otros documentos de la corte federal de EE.UU. mostraran que el presidente actual y algunos de sus asesores más cercanos se encontraban entre los objetivos de una investigación de la Administración de Control de Drogas (DEA), lo que arroja más dudas sobre la afirmación de Estados Unidos de que Honduras habría ayudado a detener el flujo de drogas.
Específicamente, los fiscales de Nueva York alegan que el presidente usó $1.5 millones en ganancias del narcotráfico para ayudar a asegurar el poder en 2013.
El apoyo de la campaña llegó a través de sobornos en efectivo a funcionarios hondureños, así como obsequios y favores a políticos locales, argumentan los fiscales.
Hernández ganó la reelección en 2017, a pesar de los límites de mandato en Honduras y las denuncias generalizadas de fraude electoral.
La presentación también alude a pagos múltiples de $1 millón o más de narcotraficantes a Lobo, refiere AP.
La esposa de Lobo fue arrestada por funcionarios hondureños en 2018 por cargos de desviar $700.000 dólares de fondos públicos. Su hijo, Fabio, fue sentenciado en Estados Unidos a 24 años de prisión en 2017 por tráfico de drogas.
Lobo fue el mentor de Hernández y supervisó su ascenso al poder.
En la declaración de apertura en la corte federal de Manhattan, el fiscal federal adjunto Jason Richman dijo que, además “Tony” Hernández recibió personalmente un soborno para su hermano del narcotraficante mexicano Joaquín «El Chapo» Guzmán, indica.