El cineasta salvadoreño Ronald Algarin ha logrado llevar su primera película, La Confesión, a la gran pantalla, un thriller que expone el tráfico de órganos en un entorno inesperado: una iglesia. La historia, ambientada en 2012, muestra la inseguridad que marcó la migración de miles de salvadoreños y contrasta con la realidad actual del país.
“La idea nació durante la pandemia. Queríamos contar una historia de suspenso, pero con un trasfondo social realista. Teníamos acceso a una iglesia, y eso nos llevó a desarrollar el concepto”, explicó Algarin en entrevista con Diario La Huella.
El filme, rodado entre El Salvador y Los Ángeles, ha logrado distribuirse en varios países de la región. “Sabíamos que, al no tener una trayectoria previa, sería difícil. Pero decidimos arriesgarnos y estructurar todo como si ya tuviéramos distribución asegurada”, señaló el cineasta.
Para concretar su estreno, Algarin contactó directamente a ejecutivos de la industria, logrando la distribución en cadenas de cine en El Salvador, Guatemala, Costa Rica y Honduras. “Mandamos correos a 59 personas. De esas, 10 respondieron, y así conseguimos avanzar sin intermediarios”, relató.
El director también destacó su experiencia con actores salvadoreños y extranjeros, resaltando el profesionalismo del talento nacional. “Fue increíble ver el nivel de entrega de los actores salvadoreños. Además, contar con un actor extranjero con experiencia en Hollywood nos ayudó a elevar la producción”, comentó.
Tras este éxito, Algarin ya trabaja en su siguiente proyecto, El Susurro, una película que se filmará en Santa Ana con apoyo local y que recreará escenarios de 1975. Mientras tanto, La Confesión sigue sumando espacios de exhibición, consolidando el crecimiento del cine salvadoreño en un país que ha experimentado grandes cambios en los últimos años.