El Presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, clama a Dios por restablecer relaciones diplomáticas y económica con el gobierno de Estados Unidos.
«Nos echamos un trago juntos», dijo Maduro al reiterar a Biden y a Europa la oferta para establecer negocios: «Cuando ustedes quieran, nosotros queremos».
A partir del año 2017, el gobierno de Donald Trump comenzó a imponer un conjunto de sanciones económicas contra individuos, instituciones y entidades financieras vinculadas al régimen de Nicolás Maduro. En enero de 2019, ocho meses después de la cuestionada reelección de Maduro, la confrontación entre ambos gobiernos desembocó en el cese de las relaciones diplomáticas.
Con el arribo de Biden a la presidencia norteamericana en enero del 2021, cambió la llamada política de «máxima presión” de Trump sobre el régimen de Maduro.
La guerra de Rusia a Ucrania colocó a Occidente ante la posibilidad de una grave crisis energética. El gobierno de Biden, en la convicción de que este conflicto podría prolongarse de manera impredecible en el tiempo, introdujo cambios en su política exterior con el objeto de propiciar acercamientos con países productores de energía.
La política de acercamiento incluyó a Venezuela, pese a su menguada producción de hidrocarburos, en buena parte debida a la debacle de su industria petrolera y a la prohibición que empresas petroleras extranjeras tienen para operar en Venezuela como resultado de las sanciones.
El 5 de marzo de 2022, de manera sorpresiva para la gran mayoría de los venezolanos, una alta delegación del gobierno norteamericano, encabezada por Juan González, se entrevistó con Nicolás Maduro en el Palacio de Miraflores. Con esta visita se dio inicio al diálogo directo que había solicitado Maduro meses atrás, con miras a establecer una agenda bilateral