Rufina Amaya, la única sobreviviente de la masacre del caserío El Mozote, en Morazán, fue reconocida por los diputados de la Asamblea Legislativa como Hija Meritísima de El Salvador post mortem. Los parlamentarios expusieron que le entregaron la distinción por el coraje y valentía que tuvo la mujer para denunciar los hechos de sangre cometidos por la Fuerza Armada, el 11 de diciembre de 1981, durante el conflicto armado.
Amaya presenció la matanza cometida por militares del batallón Atlacatl en el caserío El Mozote, del municipio de Meanguera, en Morazán. En ese hecho murieron más de 970 personas de todas las edades, entre ellas el esposo y los cuatro hijos de Rufina. Ella murió en 2007 a causa de una enfermedad.
Los diputados señalaron que con el nombramiento de Hija Meritísima se busca resarcir los daños causados a Amaya y a los habitantes de la zona.
Manifestaron que el caso de Amaya representa la lucha por la verdad y la valentía de un pueblo que, por años, estuvo sumergido en la violencia.
Rufina Amaya, nacida en 1943, era oriunda del cantón Guacamaya, caserío El Mozote, en Meanguera, Morazán. Ella presenció cuando su esposo y sus cuatro hijos murieron a manos a soldados que irrumpieron en las casas del caserío para acabar con los pobladores.
Amaya denunció al Estado salvadoreño, en 1981, pero las autoridades de entonces no le prestaron atención.
La salvadoreña sufrió revictimización, negación de la historia y desplazamiento forzado al tener que refugiarse en un campo hondureño, donde permaneció por años para proteger su vida.
En 1993, se abrió un expediente ante la Comisión de la Verdad de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) donde se identificó a los autores de la masacre. El testimonio que rindió la única sobreviviente de ese hecho permitió individualizar a los asesinos y deducir responsabilidades.