En la entrega especial de ‘Horizonte. Informe COVID’, se entrevistó en exclusiva a Li-Meng Yan, una viróloga cuyos descubrimientos sobre el coronavirus le obligaron a abandonar China para refugiarse en Estados Unidos.
La experta empezó relatando los orígenes de la pandemia: «Todo comenzó el 31 de diciembre. Yo trabajaba en el laboratorio de referencia de la OMS para la gripe H5 y también más tarde para el SARS-CoV-2. Es uno de los laboratorios de más alto nivel, con un grupo de virólogos expertos en este campo. En aquel momento, el Gobierno de China no divulgó la información que tenía, ni a las autoridades de Hong Kong ni a la OMS».
«Mi supervisor, el profesor Leo Poon, me asignó una tarea: saber qué había ocurrido exactamente en Wuhan con esa neumonía desconocida. En ese momento, decidí recurrir a mi red de contactos ya que cursé mis estudios en China continental, y por otro lado, era la única persona que podía hablar mandarín desde ese equipo central. Así que recogí información desde finales de diciembre hasta el 3 de enero. Esta decía que Wuhan ya tenía más pacientes que los que el Gobierno estaba mencionando», añadió.
Asimismo, explicó que «en Wuhan, los virólogos ya habían aislado el virus y habían conseguido la secuencia del nuevo coronavirus. Eso no ocurrió como mencionaron a mediados de enero, y también detectaron a algunas personas infectadas no sólo en el mercado de mariscos de la ciudad, sino también en grupos familiares, lo que indicaba que existía transmisión entre humanos. Ya existía, pero el Gobierno no quería que la gente lo supiera, dado que esta información era confidencial. Yo alerté a mi superior inmediatamente y a mi jefe adjunto. Ambos lo sabían, pero optaron por guardar silencio y colaborar con el Gobierno de China para encubrirlo».
Cambio a mediados de enero
La experta explicó que todo cambió a partir de mediados de enero: «Hacia el 16 de enero, fue la primera vez que me involucré. Después, Leo Poom me pidió que volviera a mi antigua ocupación y seguí trabajando en una vacuna en el ámbito de la inmunología y la virología. Pero a partir del 16 de enero, era una investigación rutinaria para ver si existía un huésped intermedio y quería saber qué estaba pasando exactamente en Wuhan, puesto que el Gobierno insistía en que no había transmisión entre humanos».
«Le conté a Leo Poon que había muchos casos en Wuhan, pero que el Gobierno estaba retrasando su diagnóstico, pero él no lo admitió. Le hablé también sobre la evidencia de transmisión entre humanos. Los chinos comen cosas desagradables, pero esto era inexplicable».
Por eso, «Poon me insistió en que no cruzara la línea roja, y que si lo hacía, me metería en problemas. Querían que mantuviera la boca cerrada. No hubo respuesta de la OMS ni del Gobierno y no se permite a expertos extranjeros en China».
Sobre el origen, aseguró «que por el análisis del genoma, sé con certeza que se trata de un virus basado en el murciélago. Con seguridad, esto no procede de la naturaleza. Hay que sumar que era Año Nuevo Chino y Wuhan acoge a viajeros de todo el mundo, por lo que decidí difundir el mensaje por mí misma».
«En abril, me tenían en el punto de mira y me di cuenta de que sería mejor huir a Estados Unidos, porque estaba en peligro. Pensé en cómo podía difundir que todos los países extranjeros no conocían la verdad porque China trataba de engañar a la gente encubriendo el asunto. Pensé que era necesario alzar la voz, porque pensé que era la única forma de desvelar la verdad al mundo».
No es de origen natural
Profundizando en por qué no es un virus de origen natural, la experta admitió que «cuando aparece un nuevo virus, hay dos posibilidades: o viene de la naturaleza, o está hecho por el hombre. En este caso, se explicó que venía de un murciélago. Pero ¿cómo se las arreglaron para decirnos eso? Reuniendo una gran cantidad de pruebas publicadas en Nature o The Lancet».
Pero para la experta «encontraron el virus de un murciélago, que es como un ‘abuelo’ de la COVID-19. De ahí al actual coronavirus, había algunas especies animales en medio. Saltó de uno a otro y generó una nueva variante y lo calificaron como un virus pendiente. Quisieron creer que se había creado en la naturaleza y saltando a un humano que contrajo la infección. Eso puede suceder, pero le digo a la gente que desde enero hasta ahora, se ha seguido una ruta sintética utilizando un coronavirus de murciélago como plantilla para manipularlo. Llegué a esas pruebas por lógica y analicé el genoma en mi segundo informe. Sólo así acabaremos con el encubrimiento. El supuesto origen natural no se sostiene. Sin embargo, desde la perspectiva del diseño humano, entre 2017 y 2018, ya había publicaciones de un laboratorio militar de China».
Así, «allí descubrieron y registraron un coronavirus de murciélago llamado ZC45 y otro similar, el ZXC-21. Estos dos son la columna vertebral del nuevo coronavirus. Basándose en el de murciélago, crearon un nuevo patógeno. Con los datos que manejo, el más cercano es igual en un 90%. Este virus es como un Frankenstein. El virus está adaptado al ser humano y fue liberado en Wuhan para ponernos en la diana. Todo es fruto de un procedimiento. Así que yendo al origen, el genoma revela quién lo ha hecho, quién tiene la base, etc. y todo puede realizarse en apenas seis meses en un laboratorio».
Amenazada de muerte
Por último, confirmó que está amenazada de muerte: «Sólo cuatro horas después de huir en secreto de Hong Kong, el Gobierno organizó a la población de Quingdao y fueron a mi casa para hablar con mi familia. Luego, reclutó a militares expertos para difundir rumores de que yo era como una cuidadora de hamsters. Pero trataron de arruinar mi reputación, aunque como médico y científico, he tomado esta decisión y difundiré la información antes de que me maten. No puedo permitir que hagan más daño a la salud global. Yo lo filtré desde el principio con información de primera mano y la gente necesita saber la verdad. No me van a asustar».
Tomado de AS