Francia se ha visto sacudida por una oleada de protestas tras la muerte de Nahel Merzouk, un joven de 17 años de ascendencia argelina en manos de un agente de policía, cuyo funeral se celebró el pasado sábado en una mezquita de Nanterre en medio de un fuerte dispositivo de seguridad.
La muerte del joven ha reavivado el debate sobre la actuación policial en las comunidades marginadas de Francia y ha suscitado dudas sobre si la raza fue un factor en su muerte.
Su madre, Mounia, sólo culpaba de la muerte de su hijo al agente que le disparó. No obstante, el homicidio ha provocado un malestar destructivo generalizado.
Mientras el gobierno francés desplegaba fuerzas de seguridad y antidisturbios por todo el país, los disturbios han continuado.